viernes, 31 de enero de 2014

JESÚS CASTRO, UN PORTERO EN EL CIELO


Esto no es precisamente una anécdota, sino un reconocimiento y un homenaje a un guardameta que jugó en el Sporting de Gijón y que su fallecimiento conmocionó el mundo del fútbol hace ahora unos 20 años y que he recopilado del estupendo blog: Yo jugué en el Sporting -al que debo dar las gracias-.

Cuando se retiró, el bueno de Jesús se apartó del mundo del fútbol todo lo que pudo. Regresó a su Avilés natal junto a su familia y se centró en sus negocios de gasolineras y caballos de carreras; pero aún así, su instinto de portero le obligó a hacer una última parada. La tarde del 26 de julio de 1993, mientras descansaba con los suyos en la playa de la localidad cántabra de Pechón, oyó los gritos desesperados de un par de niños ingleses que se estaban ahogando en una zona de abundantes acantilados, y no pudo evitar sacar a relucir el portero que aún llevaba dentro. Se tiró a la mar como se tiraba a los pies del delantero, peleó como pudo contra la marea y consiguió empujar a los chavales de vuelta a la orilla para salvarles la vida. Intentando salir del agua, se dejó la suya en el camino. La mayor ovación que recibió sobre un campo de fútbol quedó en nada en comparación con la que se llevó el día de su funeral en Avilés. Fue el heroico y trágico final de un futbolista que marcó una época defendiendo la portería del Sporting.

La noticia sobrecogió los corazones de sus ex compañeros, pero a nadie llegó a extrañarle del todo. Si había alguien capaz de hacer lo que hizo, ése era Jesús. “No hay cinco jugadores con el nivel humano de Castro. Generoso, desprendido, amigo de sus amigos, todo un ejemplo a seguir como futbolista y como persona“, dijo de él Carlos García Cuervo, con quien compartió portería en sus inicios en el Sporting.

Nacido en Oviedo en 1951, pero criado en Avilés, Castro llegó al conjunto rojiblanco en marzo de 1968, procedente del Ensidesa, aunque su leyenda empezó a forjarse en las calles avilesinas junto a su hermano Enrique –Quini para los amigos–, con una portería pintada en una pared y una pelota. Enrique chutaba, muy fuerte y muy ajustado, y Jesús estiraba la mano todo lo que podía para evitar que fuera gol. Y Enrique volvía a chutar. Y Jesús despejaba con los puños. Y un día el balón entraba por la escuadra. Y al siguiente, una palomita milagrosa lo evitaba. Y así, en un bucle infinito de espíritu de sacrificio y talento, tan fácil y tan imposible, ambos acabaron años más tarde defendiendo la camiseta rojiblanca. Era de esperar. Para ser el mejor portero hay que entrenar con el mejor delantero, y viceversa.

Al mes de llegar al Sporting, Castro debutó con el primer equipo rojiblanco, y en su primera campaña completa ya fue titular indiscutible bajo los palos de El Molinón. Desde entonces, y durante dieciocho temporadas, Chusi se adueñó de la portería gijonesa y prácticamente no la soltó hasta que una lesión en la espalda le obligó a colgar los guantes en 1985. Por el camino pudo saborear dos ascensos a Primera División, un subcampeonato de Liga, varias clasificaciones para la Copa de la UEFA y 471 partidos oficiales como sportinguista, además de vivir la internacionalidad como juvenil en tres ocasiones, quince como aficionado y cuatro en la selección sub-23. Era un portero ágil, sobrio y de una enorme regularidad.

Nadie habló nunca mal de él. Todos los que compartieron vestuario con él destacaron su compañerismo y su bondad, como demostró hasta el día en que aquel maldito remolino se cruzó en su camino. Su ex entrenador Vicente Miera lo definía como “un chaval fantástico, increíble. Recuerdo además que había veces que le aplaudían en el campo y se ponía colorado de tímido que era. Por eso le llamábamos Manzanón”.
Los porteros de los mejores equipos pasan a la historia por salvar goles. Castro, el portero del Sporting, pasó a la historia por salvar vidas. Y ni los años son capaces de hacer que la gente le olvide. Hace unos meses, en un partido en El Molinón, un adversario se plantó solo delante de la portería del Sporting. El delantero picó ante la salida del guardameta rojiblanco y la pelota se dirigía irremediablemente hacía el fondo de la red, pero en el último suspiro hizo un extraño y se perdió por la línea de fondo. “Milagro”, dijo un aficionado desde la grada. “¿Milagro?”, le reprobó su compañero, “Castro desde el cielo”.


EL RÉCORD DE GIANLUCA PAGLIUCA

Para todo siempre hay una primera vez y en el fútbol no iba a ser menos. Gianluca Pagliuca pertenece  a esa estirpe de buenos porteros italianos. Era el portero de la Sampdoria que jugó la final de la Champions de 1992 y perdió ante el Barça. Es, por tanto, el meta que encajó el mítico gol de Ronald Koeman de falta que le dio su primer gran título europeo a los azulgranas.


Aparte de este recordatorio, Pagliuca era el portero titular de la selección “azzurra” mucho antes de la irrupción de Buffon. Pero he aquí el dato curioso. A lo narrado anteriormente hay que añadir que el italiano tiene el dudoso honor de ser el primer guardameta expulsado en un Mundial de fútbol.

Ocurrió en USA 94, cuando en un partido ante Noruega tocó el balón con las manos fuera del área -esa regla se había establecido hacia poco tiempo-. Así que el árbitro le mostró la tarjeta roja y le encumbro al primer puesto de los porteros expulsados. Si nos ponemos a rebuscar seguro que no encontramos muchos en las citas mundialistas.

A pesar del récord negativo de la expulsión, Gianluca Pagliuca tiene otro mucho más importante;  es el portero con más partidos jugados en la liga italiana (592).



A pesar de todo, siempre se le recordara por ser un excelente guardameta.

Fuente: El fabuloso blog “QUE FUE DE”

viernes, 24 de enero de 2014

LA MODELO, EL FERRARI Y LA CALVA DE BARTHEZ


Fabien Barthez famoso y estrambótico portero francés que gano con su país nada más y nada menos que un Mundial, una Eurocopa y una Copa Confederaciones; además de dos Ligas y  una Supercopa en Francia con el Mónaco, una Copa de Europa con el Olympique y dos Premier League con el Manchester United.

Como veis un palmarés envidiable, pero si me tengo que quedar con alguna de sus conquistas, lo haría sin lugar a dudas con la "supermodelo" impresionante y guapísima Linda Evangelista, con la que mantuvo una relación, y esto sí que fue un verdadero pelotazo. Una de las mujeres más deseadas del mundo con un personaje no muy agraciado físicamente y además calvo como una bola de billar, ¿será verdad eso de que la hermosura va por dentro?


Por si todo esto fuese poco la revista y siempre según los lectores de la edición internacional de la revista Glam'mag le ha nombrado como el hombre más sexi del momento en su edición de 2014 (…).


Bromas aparte (que no se me enfade), Barthez fue un gran guardameta que siempre dio buen resultado, tanto en sus equipos como con la selección francesa, a pesar de alternar partidos memorables con otros no tanto. Considerado una especie de talismán de la suerte para su compañero y gran amigo Laurent Blanc, que antes de cada partido se acercaba a él y le besaba la calva. Era al único del equipo que se lo permitía.


Pues bien el excéntrico y admirado portero galo, un año después de su retirada (2007) comenzó su periplo como piloto de carreras de vehículos GT (Gran Turismo). Sin ir más lejos, ha sido campeón de Francia GT a los mandos de un Ferrari (así cualquiera) y tiene previsto participar en las 24 Horas de Le Mans.


En la actualidad además de los coches, está en conversaciones con el Paris Saint Germain para incorporarse al cuerpo técnico como asesor de los porteros del equipo parisino, además de ser uno de los embajadores del club (donde nunca jugó). A cambio el PSG sería patrocinador de su escudería.

¡Impresionante, todo un personaje Fabien! ¡No sé vosotros, pero yo firmaba ahora mismo!

Fuente: El magnífico blog “QUE FUE DE”

viernes, 17 de enero de 2014

CARMELO CEDRÚN, CUANDO EL FÚTBOL ERA FÚTBOL


Cuando José Iraragorri se decidió a quitar al gran Lezama de los tres palos, dio paso –según sus palabras- a un aldeano de Orobio de un barrio de Amorebieta, el que solo había jugado en el equipo de su pueblo y ahora estaba en San Mames jugando con el Athletic y ya no abandonaría ese puesto hasta pasados 14 años, hasta que llego un chavalín llamado Iribar.

Carmelo era un portero de garantía y un autentico para penaltis y eso que antes no había toda la información que posee un portero antes de los encuentros, vídeos estadísticas etc. Se tenía que entrenar por su cuenta ya que históricamente no se ha hecho mucho caso a los porteros y para saber hacia dónde tiraban los penaltis los jugadores contrarios indagaba entre camareros y taxistas que le proporcionaban la información demandada. Elegía bien a sus informadores ya que fue el primer portero que paró un penalti en Wembley y el que le detuvo a Kubala el único penalti que falló.

En cuanto a las lesiones
En aquel famoso partido de la nieve contra el Manchester que todo el mundo recuerda a el le dejo un recuerdo imborrable… en la rodilla. Una entrada de Taylor todavía hace que se acuerde de él ya que a veces aun le hace cojear, la medicina de ahora no tiene nada que ver con la de antaño. Le escayolaron un tiempo y ¡Hale a jugar! Parecido fue cuando se fastidio los dedos jugando contra Osasuna y el mejor remedio que encontró fue pescar cangrejos en las frías aguas del rio de su pueblo, eso le calmaba y al final acabo curándolo.

Aquella lesión la pagaron los cangrejos de Orobio.

Fuente: El magnífico libro “HISTORIAS DE SAN MAMÉS

MANOLO DELGADO TAMBIÉN FUE PORTERO

El que fuera preparador físico del Atletic Club y de la Selección Española es de Alcázar de San Juan (Ciudad Real) y la primera vez que pisó San Mamés lo hizo con la Selección Castellana Juvenil en 1963. Jugaba en el Real Madrid amateur de portero.

Con el paso del tiempo abandonaría la portería y llegaría a Bilbao para trabajar en el Athletic en 1975.  En San Mames jugaría muchísimas veces ya que en los entrenamientos del equipo disputados en la Catedral, Koldo Aguirre, el entrenador,  solía organizar partidillos y él muchas veces también jugaba donde hiciese falta, de titular, de suplente, de portero, de delantero o de lo que demandara el momento donde hiciese falta gente.

Lógicamente coincidió en numerosas ocasiones con los porteros y en varias ocasiones les solía decir a Iribar y a Zaldua: “No me jodaís que si yo hubiese nacido en Bilbao seriáis mis suplentes”.

Todavía se ríen al recordarlo.

Fuente: El magnífico libro “HISTORIAS DE SAN MAMÉS

viernes, 10 de enero de 2014

A D´ALESSANDRO LE ESQUIVÓ EL "ZAMORA"

Jorge D'Alessandro, leyenda de la portería del Helmantico, todo un mítico del Salamanca, entrenador y tertuliano habitual en diferentes medios en la actualidad, se caracteriza por decir las cosas como son, “Al pan pan y al vino, vino”. No es la primera vez que el bueno de Jorge aparece en estas páginas, aunque fuera por una desgraciada lesión en la que perdió un riñón, aunque esto no le aparto del fútbol. El argentino “Genio y figura hasta la sepultura”.

El buen guardameta rozó varias veces el “Trofeo Zamora” que otorga el diario “Marca” al portero menos goleado y solo unas complicadas reglas le apartaron de él.
Os pongo al día, bueno no, os pone Pablo Díaz, ya que no tengo muchas ganas de trabajar y hago un “copio pego” sin sonrojo alguno:

“En el primer año del Salamanca en Primera División (temporada 74/75) con D'Alessandro recién aterrizado procedente de San Lorenzo de Almagro, el conjunto charro logra su mejor clasificación histórica, un séptimo puesto, y sorprendentemente, el 'Gordo' , como le apodaban en Argentina, acaba como uno de los menos goleados de la Liga, optando a un Trofeo Zamora, cuyas reglas del momento le apartan de él.

D'Alessandro había encajado 33 goles en 34 partidos (0,97 de coeficiente) -todos los de una Liga con 18 equipos-, mientras que el cancerbero del Barça Salvador Sadurní había recibido 19 en sólo 22 partidos disputados (0,79). Pedro Mari Artola, de la Real, fue segundo con 25 goles encajados en 27 encuentros (0,92). Con las reglas implantadas por MARCA a partir de 1983 (con la exigencia de disputar al menos 28 encuentros de 34 posibles para optar al trofeo), D'Alessandro habría sido el Trofeo Zamora de ese año.

Más doliente quizá fue el mismo caso dos temporadas después, en la 76-77. Con un Salamanca que acabó en la duodécima posición, el argentino fue capaz de colarse de nuevo entre los porteros más seguros, pero volvió a tropezar con las reglas del trofeo. Miguel Reina, portero del Atlético de Madrid, recibió 29 goles en 30 partidos (0,966), si bien en uno de ellos apenas disputó 55 minutos. D'Alessandro, por su parte, jugó 31 completos y encajó 30 goles (0.967). En las reglas del Trofeo no se especificaba nada sobre los minutos necesarios para que se computase el encuentro, por lo que a Reina, el partido incompleto se lo contó como uno más, posibilitando que esa pequeñísima diferencia de coeficiente le otorgase el trofeo”.

No solo los Zamoras le fueron esquivos al argentino, sino que además las lesiones se cebaron en él. Al ya relatado encontronazo fortuito con el delantero del Athletic Club Dani, que le costó el ya citado riñón, se le unió otro años después con el del  holandés del Real Madrid Jhonny Metgod, destrozándose el menisco y el ligamento cruzado externo, y aunque otra vez se recuperó y volvió al equipo -impresionante- había perdido la titularidad y ya no la recuperó, así que esta vez sí, abandono el fútbol al final de aquella temporada.

Quiero agradecer a Pablo Díaz y a su fenomenal, divertido, curioso e instructivo blog: “LA LIGA HECHA UN CROMO”, los asaltos que últimamente le estoy haciendo para completar anécdotas porteriles. Todas ellas muy jugosas. No tiene desperdicio su bitácora.


¡Os recomiendo que os paséis por allí!

LA QUINIELA DE RAVNIC

Al Camp Nou llego un equipo que había ascendido a Primera División esa misma temporada y además era el colista de la tabla, aquel equipo era el Lleida. Aquella tarde se enfrentaba a una quimera… al fabuloso “Dream Team” de Johan Cruyff. De esto hace 20 años. Nadie en aquel estadio podía esperar algo más que una abultada victoria blaugrana.


Pero a veces los hados se asocian con el más débil y aunque aquel mágico Barça  puso toda la carne en el asador, no podía perforar la meta del croata Ravnic, que se desempeñó bajo los palos con paradas asombrosas aquella tarde. Poco que hacer contra un portero inspirado y una defensa bien ordenada.

Siempre se suele decir que los equipos grandes suelen tener la suerte de cara. A fuerza de insistencia y de llegadas al área casi siempre con peligro consiguieron que en el minuto 44 -psicológico suelen decir- Stoichkov se cae en el área y el árbitro Núñez Manrique señala la pena máxima, pese a las protestas de los jugadores. Todo el trabajo realizado en la primera mitad se trastocaba en un momento -debió pensar algún Ilerdense-. Ante la ausencia de Koeman, suplente aquel día, Romario se posiciono en el punto de penalti, enfrente Mauro Ravnic, un histórico en el Valladolid, por aquel entonces en la filas del Lleida. 

Silencio total en el estadio, Romario cogió carrerilla -poca-, lanzó el brasileño y paró magistralmente el croata, culminando así una primera parte para enmarcar.

En la segunda parte, un Barcelona volcado sobre la puerta de Ravnic y la defensa al límite de su resistencia aguantando numantinamente los envites culés. En esto el Lleida  les pilla en una contra y culmina con un precioso tiro cruzado del lateral que bate la escuadra de Busquets, era el minuto 87 y el Barcelona se quedó sin capacidad de reacción.

Nadie creía en aquel triunfo. Nadie excepto el guardameta Mauro Ravnic, que puso un “2” en la quiniela y se llevo una de “14” aciertos. ¿Premonición?

¡Qué grande!

Fuente: El fenomenal blog de Pablo Díaz, “LA LIGA HECHA UN CROMO”

sábado, 4 de enero de 2014

MIOPE Y CON EL OCHO A LA ESPALDA

Corría el año 1974 y se enfrentaban la Selección de Alemania contra la de Holanda en la Final del Mundial de Fútbol. La Holanda de Cruyff contra la Alemania de Beckenbauer. Gano la fuerza Alemana a la fantasía Holandesa (2-1).

Por una serie de carambolas en el equipo “orange” o “naranja mecánica” como se le llamó por entonces debido al gran juego que desplegaba, aquel Mundial lo jugó un portero llamado Jan Jongloed que no era el guardameta habitual bajo los tres palos en las competiciones oficiales con los holandeses. Pero el titular, Jan Van Beveren, del PSV Eindoven, se lesionó de gravedad y  seis meses en dique seco. Había otros dos porteros para suplirle: Piet Schirjvers del FC Twente y Eddy Treytel del Feyenord, pero curiosamente el que Rinus Michels.
fue llamado como titular fue Jan Jongbloed por el técnico

Contaba con 33 años de edad y su carta de presentación más importante, era que diez años antes había jugado contra Dinamarca escasos cuatro minutos y un partido completo frente a Argentina. Un planteamiento extraño el de Michels, pero a la postre le dio la razón, ya que Holanda llego y la Final y no la perdió por su portero precisamente.


Jugó con un numero a la espalda que normalmente no utiliza un guardameta, el ocho. Otra curiosidad es que con el tiempo se descubrió que utilizaba lentillas, algo inusual en aquella época y más siendo portero. Por lo tanto podemos decir que fue el primer cancerbero en utilizarlas en los Mundiales de Fútbol. El pobre era miope, mal aliado para cualquier jugador, pero letal en un portero sin unas buenas lentes de contacto.