Los porteros suelen ser tipos solitarios e incomprendidos,
alguno incluso les llama raros o locos (afortunadamente cada día menos). Es el
único jugador del campo que de inicio le
da al menos un punto al equipo si consigue mantener su puerta a cero. Suelen
decidir partidos por una razón u otra, bien por su acertado trabajo o bien por
todo lo contrario. Saben de la importancia de su puesto. Lo cierto es que si
fallan se nota bastante más que si lo hacen sus compañeros. Rara vez cuentan con
ellos para los premios individuales y un borrón puede manchar todo un trabajo
inmaculado en un partido. Somos más dados a recordar al guardameta por sus
errores que por sus aciertos.
Para haceros ver lo que significa ser portero hay una anécdota
muy significativa que nos lleva a Brasil. En la década de los años cuarenta el
guardameta argentino Ángel Capuano jugaba en el Santos y tuvo la mala fortuna en
una acción fortuita del partido de chocar con la rodilla de un delantero rival,
llevándose un golpe terrorífico en la cabeza. Capuano fue sacado del campo
inconsciente y permaneció en coma ocho días. Afortunadamente se recuperó y lo
primero que pregunto nada más despertarse fue: “Ha sido gol”. Profesionalidad
ante todo y dura la profesión de portero.
Fuente: http://lapelotaintergoles.com/