martes, 31 de mayo de 2011

ZUBIZARRETA, AL BARÇA POR 800 MILLONES Y UNA CERVEZA

Andoni Zubizarreta fue desde el primer momento objetivo para los más “grandes” del fútbol español. Quien siempre demostró interés por él fue el FC Barcelona, y ya en la temporada 1984/85 Terry Venables, el técnico inglés que iba a iniciar su primera ­ -y a la postre triunfal- campaña en el conjunto catalán, pidió precio a Javier Clemente por el cancerbero vitoriano, en broma, pero como “globo sonda”. Clemente, desde luego y como en el suele ser habitual, no se quedo corto: “Queremos por le 800 millones… y una cerveza”. Quizá lo de la cerveza les asustara un poco, porque aquel año el gran guardameta rojiblanco no paso al Barça, pero después, sin Clemente como “negociador”, el Barcelona se lo llevo por “solo” 150 millones, y además, sin invitar ni siquiera a una “caña” a ninguno de los negociadores bilbaínos.
Fuente: "Athletic orgullo de una afición" de MARCA
Foto: www.google.es

domingo, 22 de mayo de 2011

POESÍA Y PORTERÍA DE ARBERTI A MIGUEL HERNÁNDEZ



No solo de balones se alimentan los guardametas. Hubo tambien personajes muy importantes de las letras que dedicaron al portero, cancerbero, guardameta o arquero unas sentidas odas poéticas. Es el caso de Rafael Alberti que le dedica un poema al portero polaco Franz Platko, quien jugando un partido en Santander contra la Real Sociedad en la final de Copa de 1928, se dio un golpe en la cabeza contra un poste y pese a ello puede terminar el partido, eso si, con un aparatoso vendaje en la cabeza. esto impresiono tanto a Alberti que le escribió este poema:







Al gran oso rubio de Hungría
Ni el mar,

Que frente a ti saltaba sin poder defenderte.
Ni la lluvia, ni el viento, que era el que más rugía.
Ni el mar, ni el viento, Platko,
Rubio Platko de sangre,
Guardameta en polvo,
Pararrayos.
No, nadie, nadie, nadie,
Camisetas azules y blancas, sobre el aire.
camisetas reales,
contrarias, contra ti, volando y arrastrándote.
Platko, Platko lejano,
Rubio Platko tronchado,
Tigre ardiente en la hierba de otro país,
¡ Tú, llave, Platko, tú llave rota,
llave áurea caída ante el pórtico áureo!
No, nadie, nadie, nadie,
Nadie se olvida, Platko
Volvió su espalda el cielo.
Camisetas azules y granas flamearon,
apagadas, sin viento
El mar, vueltos los ojos,
se tumbó y nada dijo.
Sangrando en los ojales,
sangrando por ti, Platko,
por tu sangre de Hungría,
sin tu sangre, tu impulso, tu parada, tu salto
temieron las insignias.
No, nadie, Platko, nadie,
nadie se olvida.
Fue la vuelta del mar
Fueron diez rápidas banderas
incendiadas sin freno.
Fue la vuelta del viento.
La vuelta al corazón de la esperanza
Fue tu vuelta.
Azul heroico y grana
mando el aire en las venas
Alas, alas celestes y blancas,
rotas alas, combatidas, sin
plumas, encalaron la hierba.
Y el aire tuvo piernas,
tronco, brazos, cabeza.
!Y todo por ti Platko,
rubio Platko de Hungría!
Y en tu honor, por tu vuelta,
porque volviste el pulso perdido a la pelea,
en el arco contrario al viento abrió una brecha.
Nadie, nadie, se olvida.
El cielo, el mar, la lluvia lo recuerdan.
Las insignias.
Las doradas insignias, flores de los ojales,
cerradas, por ti abiertas.
No nadie, nadie, nadie,
nadie se olvida, Platko.
Ni el final: tu salida,
oso rubio de sangre,
desmayada bandera en hombros por el campo.
!Oh Platko, Platko, Platko
tú tan lejos de Hungría!
¿Que mar hubiera sido capaz de no llorarte?
Nadie, nadie se olvida,
no nadie, nadie, nadie.
Rafael Alberti






Otro gran escritor, Miguel Hernández, se recrea en la siguiente composicion en honor de Lolo, portero del Orihuela. Ademas se lo dedica a si: "A Lolo, sampedro joven en la porteia del Orihuela".
Lolo al chocar como el portero anterior en una parada contra el poste pierde la vida tragicamente, esto marca a Miguel Hernández y le escribe este poema:












Elegía al guardameta
Tu grillo, por tus labios promotores,
de plata compostura,
árbitro, domador de jugadores,
director de bravura,
¿no silbará la muerte por ventura?
En el alpiste verde de sosiego,
de tiza galonado,
para siempre quedó fuera del juego
sampedro, el apostado
en su puerta de cáñamo añudado.
Goles para enredar en sí, derrotas,
¿no la mundial moscarda?
que zumba por la punta de las botas,
ante su red aguarda
la portería aún, araña parda.
Entre las trabas que tendió la meta
de una esquina a otra esquina
por su sexo el balón, a su bragueta
asomado, se arruina,
su redondez airosamente orina.
Delación de las faltas, mensajeras
de colores, plurales,
amparador del aire en vivos cueros,
en tu campo, imparciales
agitaron de córner las señales.
Ante tu puerta se formó un tumulto
de breves pantalones
donde bailan los príapos su bulto
sin otros eslabones
que los de sus esclavas relaciones.
Combinada la brisa en su envoltura
bien, y mejor chutada,
la esfera terrenal de su figura
¡cómo! fue interceptada
por lo pez y fugaz de tu estirada.
Te sorprendió el fotógrafo el momento
más bello de tu historia
deportiva, tumbándote en el viento
para evitar victoria,
y un ventalle de palmas te aireó gloria.
Y te quedaste en la fotografía,
a un metro del alpiste,
con tu vida mejor en vilo, en vía
ya de tu muerte triste,
sin coger el balón que ya cogiste.
Fue un plongeón mortal. Con ¡cuánto! tino
y efecto, tu cabeza
dio al poste. Como un sexo femenino,
abrió la ligereza
del golpe una granada de tristeza.
Aplaudieron tu fin por tu jugada.
Tu gorra, sin visera,
de tu manida testa fue lanzada,
como oreja tercera,
al área que a tus pasos fue frontera.
Te arrancaron, cogido por la punta,
el cabello del guante,
si inofensiva garra, ya difunta,
zarpa que a lo elegante
corroboraba tu actitud rampante.
¡Ay fiera!, en tu jaulón medio de lino,
se eliminó tu vida.
Nunca más, eficaz como un camino,
harás una salida
interrumpiendo el baile apolonida.
Inflamado en amor por los balones,
sin mano que lo imante,
no implicarás su viento a tus riñones,
como un seno ambulante
escapado a los senos de tu amante.
Ya no pones obstáculos de mano
al ímpetu, a la bota
en los que el gol avanza. Pide en vano,
tu equipo en la derrota,
tus bien brincados saques de pelota.
A los penaltys que tan bien parabas
acechando tu acierto,
nadie más que la red le pone trabas,
porque nadie ha cubierto
el sitio, vivo, que has dejado, muerto.
El marcador, al número al contrario,
le acumula en la frente
su sangre negra. Y ve el extraordinario,
el sampedro suplente,
vacío que dejó tu estilo ausente.

Miguel Henández


martes, 3 de mayo de 2011

JUAN PABLO II TAMBIÉN FUE PORTERO

Ahora que esta tan en boga por su reciente beatificación por el Vaticano del Papa Juan Pablo II, debéis saber que antes de ser el máximo pontífice de la Iglesia Católica, fue
portero de fútbol, si portero allá en su tierra natal, en las calles. Karol Jozef Wojtilla, Lolek para sus amigos nació el 18 de mayo de 1920 en Wadowice, localidad cercana a Cracovia.

Según testigos directos de su experiencia como guardameta, como es el caso de su amigo Jerzy Kluger -médico de profesión- era un portero aficionado pero bueno y con futuro para haber podido llegar lejos. Un hombre siempre cercano al deporte, a las sanas costumbres que generan la actividad deportiva en grupo, que si no estaba jugando al fútbol, le gustaba practicar el piragüismo junto a su citado amigo Jerzy Kluger o, ya en invierno, jugar el hockey sobre hielo o practicar esquí. Además un joven creativo, reflexivo, apasionado del teatro, que se sintió atraído por la poesía y en algún momento pensó en ser actor.
Precisamente y con relación a su vinculación al deporte y al fútbol, existe un documental obra de los italianos Mario Farneti y Massimo Lavena, con el apoyo del Centro TV del Vaticano, titulado “Juan Pablo II habla al deporte” en el que se trata con detalle el tema. En el mismo se incluyencuriosas fotografías de Karol Wojtyla practicando estos deportes rescatadas del museo dedicado a su figura en Polonia.

De niño siempre jugaba de portero. Tenía manos grandes, no se le doblaban las muñecas y, sobre todo, se las arreglaba para caer sin hacerse daño. O no demasiado. Se le disparaba la adrenalina ante el peligro y era valiente. Lo suyo no era meter goles sino salvaguardar la red. La chavalería se lo rifaba, lo mismo polacos que judíos, porque el pequeño Wojtyla (‘Lolek’ para los amigos) despertaba confianza entre los palos. Así empezó a forjarse un carácter que no rehuía las responsabilidades, más bien todo lo contrario. Le gustaba saber que sus reflejos eran decisivos para mantener el marcador a cero; pocas veces se le escapaban los balones.
Fuentes: www.sanjuan8.com y www.elcorreodigital.com