Carlos “Lechuga” Roa, era en su puesto uno de los mejores guardametas del mundo, titular indiscutible en la selección argentina. Con 28 años era un jugador muy prometedor que incluso fue recibido con honores en su país al pararle a Inglaterra el penalti decisivo que les dejo fuera del Mundial, para orgullo patrio.
Tras iniciarse en el Racing de Avellaneda y posteriormente despuntar en Lanús, salto el charco de Argentina a Europa para jugar en el Mallorca, entrenado en aquella época por Héctor Cúper. Buenas campañas con el Mallorca hacen que se interesen por el los clubes más grandes de Europa, incluido el Manchester United para suplir la baja de Peter Schmeichel, el mítico de la portería de los “Red Devils”.
Nada de toda esta euforia le hizo cambiar de opinión, una decisión que llevaba tiempo rumiando, que no era otra que dejar el futbol para dedicarse en cuerpo y alma y ser sacerdote en su religión, “La Iglesia Adventista del Séptimo Cielo”. Renunciaba a ofertas millonarias, fama y prestigio para dedicarse en pleno a su fe.
El portero ya había alguna vez hablado de sus convicciones religiosas. Cuestionado porqué situaba un punto entre los números 1 y 3 del dorsal 13 con el que jugaba, rápidamente aclaró que no se trataba de una cuestión supersticiosa sino que para él esos números eran los correspondientes a Jesús y a la Santísima Trinidad.
Tras un año de retiro, se debió arrepentir y anuncio su regreso a los terrenos de juego, eso sí poniendo como condición, no jugar los sábados, día de descanso y oración para los fieles de dicha iglesia.
Volvió a jugar en el Mallorca, pero ya no fue el mismo, tampoco consiguió volver a la selección argentina. Prolongo finalmente su carrera hasta los 37 años jugando en el Mallorca y en el Albacete , regresando más tarde a su país para jugar en el Olimpo de Bahía Blanca.
También tuvo que luchar contra un cáncer testicular, que supero y actualmente se dedica al entrenamiento de guardametas, pero mantiene sus convicciones religiosas.
Oye admiro a ese tipo, dejo todo x sus convicciones, que grande es...
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