En los Juegos Olímpicos de Paris 1924, todas las hemerotecas recuerdan el más o menos buen papel realizado por la Selección Española de fútbol, y en
especial se acuerdan de su portero; no era otro que el “divino” o sea el gran, Ricardo
Zamora. Pero siempre hay algún tipo de injusticia sangrante en esto del fútbol y siempre
hay personas que a pesar de haber estado también allí han pasado totalmente
inadvertidos a lo largo de los años y la historia.
Ahora que esta tan en boca de todos el magnífico triunfo de
la Selección Española en la última Eurocopa y al ser tan mediático todo ahora
mismo, todos sabemos quienes fueron o son los porteros suplentes de “la roja”:
Pepe Reina y Víctor Valdés.
Pero, ¿qué fue del portero suplente de aquellos Juegos Olímpicos?
¿Quién se acuerda de él?
Ese guardameta que no se lleva el merito, ese que
nunca sale en los papeles, el que pasa inadvertido ante la multitud. Y si además
era Zamora el titular estabas perdido, ya que en aquella época Ricardo era
un Dios; ese dandy que todas las féminas miran, el “eterno y divino” Zamora. El
niño bonito del fútbol español, una estrella internacional.
Pues bien en aquellos partidos de Paris hubo otro portero,
uno que no llego a salir del banquillo. Un guardameta nacido en Oviedo
(Asturias) y que por supuesto jugó en el Real Oviedo. ¿Su nombre?: Óscar Álvarez
González, como ven un nombre y unos apellidos normalitos, nada fuera de lo común,
pero a este portero nacido el 2 de mayo de 1901, me ha parecido oportuno rendirle
este pequeño homenaje.
Zamora el divino paso a la historia por lo buen portero que
fue, pero Óscar Álvarez González no va a ser menos y también le corresponde su
trocito de gloria.
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